martes, 30 de octubre de 2012

Oda al contacto, aun a tientas

Del lunes 29 de octubre.

Una hora menos. Otra semana que termina, la gente se refugia en casa. No ha llegado la noche de brujas, todavía no. Pero las tardes de domingo se hacen oscuras y más frías. Las calles vacías te dejan sola y aterrada frente a una ciudad fantasma, hecha de ruinas. Son como los restos de un pueblo evacuado, es como pasear por Comala. 



 
 









¿Te habías dado cuenta a la luz del sol? Espectros o no, hay personas que caminan contigo durante el día. ¿Las ves, les hablas? Crees que están ahí contigo. Sólo cuando la oscuridad llega reparas en que a veces no es así, que dan cuerda a sus hologramas y ocupan un espacio momentáneo en edificios que van abandonando poco a poco. Nadie quiere más basura que la que ya tiene, y nadie es capaz de deshacerse de  tamaña cantidad de bolsas de llenas de mierda con dos manos.


Ya es lunes, enciende la luz, echa un ojo alrededor. Llena el vacío ante el horror vacui humano y mueve aunque sea sólo un dedo. Toca, no es un espectro! Tira con todo y reconstrúyelo a tu gusto, crea. Ya tienes tres manos. cuatro, cinco. Ya no se alquila, ni se vende ni se compra. Es nuestro.

Una vez pensé que Murakami describía con mucho tino al adolescente como un tirador de boomerang: 
"A decir verdad, en aquella época me importaba muy poco el paisaje. Pensaba en mí. (...) Estaba en una edad en que, mirara lo que mirase, sintiera lo que sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un boomerang, todo volvía al mismo punto de partida: yo"
La incertidumbre de las sombras desorienta y nos reconvierte en ese adolescente egocéntrico.

Se puede vivir estando muerto. No amando nunca, jamás.



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