martes, 12 de febrero de 2013

Cita en Berlín

Imagen de Tobias Schwartz

Estos días se celebra la Berlinale. Los que estén empapados del espíritu romántico de San Valentín habrán disfrutado el pasado fin de semana. Pero, sobre todo, los seguidores de una saga que, si el reloj sigue girando, podría no haberse completado todavía. Richard Linklater recibió una gran ovación por su Before Midnight. Julie Delpy y Ethan Hawke ofrecen la tercera escena de la historia de estos personajes, que se encontraron por casualidad en Viena hace ya 18 años mientras recorrían Europa en tren (Before Sunrise, 1995). Dieciocho, se dice pronto. Pese a que en 2004 se encontraron de nuevo en París, donde compartieron otro intenso día, no es de extrañar el cambio físico de ambos (más ajado él que ella, por lo que he visto en la presentación). Y el que, con ellos, haya crecido también el espectador y su propia expectación por saber si, al final, todo salió bien ... o mal. Mucho diálogo y bastante ingenioso, cine-teatro de personajes y un buen colchón de cariño y melancolía por parte de quien la ve. Sobre él, quizás, se apoya el aplauso en Berlín. Sin embargo, habrá que ver la película. Espero que no sólo por fidelidad y curiosidad.



En Before Midnight descubrimos que Jesse y Céline han mantenido más que el contacto desde su encuentro en París. Tienen dos hijas. Pero también una relación que es discutida y puesta en duda a lo largo del film. De nuevo, dudas y emociones, destino e incertidumbre en juego, bajo el sol griego.

Triunfo del cine chileno en el panorama internacional

Hacía unos años que se veía venir. Que no sólo Argentina - principal fuente de origen de largometrajes latinoamericanos en las salas españolas y en la sección de premios de festivales - protagonizaba el buen hacer en materia de séptimo arte en el sur del continente americano. Y lo que nos quedará por ver.
La nana, En la cama, Machuca... Poco a poco, el cine chileno se va haciendo un hueco: más exactamente, el mundo le va haciendo hueco. La industria es dura y egoísta.
Confío en que 2013 sea su año: No, de Pablo Larraín, está nominada a los Óscar a la Mejor película de habla no inglesa. Ya se llevó el Premio de Arte y Ensayo del Festival de Cannes, y pasó victorioso por el de la Habana.
Ahora le toca el turno a Gloria, de Sebastián Lelio. Procedente la misma productora, Fábula, ganó en septiembre el premio Cine en Construcción en San Sebastián y ha repetido el éxito en Berlín. Unánime, aunque no abierto al concurso oficial.
Su protagonista está interpretada por Paulina García y representa "el ansia de vivir, sin complejos y sin miedo, ni a la edad ni al qué dirán". Con 50 años, se encuentra sola y busca el amor en fiestas de solteros nocturnas hasta que encuentra a Rodolfo, con quien comienza una relación un tanto enfermiza que le hará replantearse su proyecto de vida cuando la vejez acecha: tratar de embarcarse en la que será, probablemente, la última oportunidad de encontrar el amor, o reconstruir para afrontar con fuerzas renovadas lo que venga.
El director ve su obra como "el viaje de un individuo, una mujer, que ocurre en medio del torrente colectivo de la sociedad chilena. Hay un cordón umbilical invisible entre ella y su sociedad". El ansia vital y la valentía para liberarse de algunos lastres caducos, dice Lelio. "Chile se ha modernizado a tropezones (...). Hay una sociedad nueva que exige educación y salud gratis".

Gloria, historia personal e inevitablemente unida a la realidad social chilena,  ha entusiasmado en Berlín.

También ha sido presentada Ayer no termina nunca, una amarga "visión flashback" sobre las consecuencias de la actual crisis. Parece que el tema propuesto por Isabel Coixet, que tuvo que tirar de financiación sólo a través de su productora, Miss Wasabi, no es agradable en Berlín ni en Europa en general por lo cerca que toca la vida del espectador. Por más que sea sólo una advertencia para el futuro próximo y una visión hipotética y personal. Candela Peña y Javier Cámara dan vida a una pareja que, tras cinco años separados, se reencuentra en circunstancias menos dulces que las de Linklater. Con temas escabrosos como los recortes en sanidad y la posibilidad de trágicas consecuencias de por medio. Francamente, la situación es bastante plausible, por lo que no me extrañan las reacciones. En cuanto a la calidad cinematográfica, de nuevo, habrá que esperar para juzgar. 

Es lo peor de la mayoría de festivales: son un escaparate cerrado, con historias envueltas en papel de regalo sobre una alfombra roja y bajo luces brillantes. Historias que, muchas veces por la fuerza de los grandes distribuidores, nunca llegarán a las pantallas de tu ciudad.

Imagen de la directora y protagonistas durante la presentación, publicada en El Confidencial.


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