Culturgal. (Segunda pastilla, y mañana más)
Cuando sobrevienen avalanchas de frías y tristes páginas de periódicos y las bufandas no vencen catarros recurrentes, lo mejor es montarse en los barquitos de papel de Palmira, (h)ojear entre Rinocerontes y Kalandrakas, saber qué disquecool o abrazarse a tu Animal de compañía.
Desde mi naturaleza, a veces salvaje y otras doméstica, aplaudo el nacimiento del quinto miembro de la familia discográfica de Silvia Penide. Ocurrió en esta segunda jornada del festival da cultura galega, no Pazo homónimo, en Pontevedra. Fue un placer y un descubrimiento: vergüenza me da llegar de primeras al número cinco.
A cambio, aquí está una de las estrofas que forman parte de este álbum, cantado por la voz profunda y personal de Silvia.
En el barullo de ruido cotidiano, agradezco tanto el vértigo de una sobredosis de talentos, de pestañas abiertas y folletos acumulados, como la lentitud de pararse a escuchar.
Sí. Mejor con un animal haciéndose hueco y bajo una mantita. Compartiendo cascos.
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