miércoles, 19 de diciembre de 2012

Red & Frank


Felices fiestas por adelantado.

No somos rebeldes porque el mundo nos haya hecho así - no, precisamente - Y en este caso el tono, más que de cabezonería ñoña, es de vagancia.
La navidad no empieza con el encendido de luces del Corte Inglés o la avalancha de adornos en las tiendas. Pero sí con el ritual de montar el árbol. Y un Belén que se queda en portal: para evitar que el musgo acabe en las esquinas más recónditas del salón hasta el diciembre siguiente. O será porque somos pocos en casa, pero el "Nacimiento" es eso: padre, madre, niño. Bastante ocupan ya los animales, que podrían mugir con sorna sobre la asepsia actual (hablo de figuritas, no de bueyes, vacas y palomas literales, que nadie se dé por aludido; Con gusto lo invitamos a un cafecito con turrón)
En fin, que no hay nada de esto todavía. Ni una estrellita o una bola colores. 
Tampoco ha llegado a casa la ponsetia. Las jardineras de las calles, los supermercados y las floristerías están cuajadas de su rojo borgoña. ¿O rojo Santa Claus, el de coca-cola
Así que ayer me planté y coloqué una ponsetia de fondo de escritorio en mi ordenador, para compensar. Frankie puso La Voz como acompañamiento mientras indagaba sobre esta peculiar y efímera planta. Sinatra siempre me pareció mejor opción que un cassette de niños repelentes u orfeones ajados entonando villancicos. 



 


Let me see what spring is like on Jupiter or Mars. 
O en un invierno mexicano.
Nada es lo que parece: la supuesta flor no es flor. El rojo navidad tiñe las brácteas, las hojas que rodean las pequeñas floraciones del centro. Sucede desde los tiempos de los aztecas, cuando las cuetlaxochitl se volvía del color de la sangre de los sacrificios, en una extraña primavera a destiempo.
La rama franciscana del primer agente globalizador, la Iglesia, las asimiló y asoció para siempre a la Navidad al adornar con ellas sus procesiones. Eran como un milagro. Durante meses, tenían menos de doce horas de sol; condición necesaria para que, de repente, se "transformaran en flor". Poco después, se marchitaban. Con la misma rapidez que desaparecen el entusiasmo de los regalos, los propósitos de año nuevo y los camarones.
Ahí es donde encaja perfectamente la máquina capitalista que te da una ponsetia hoy y te la repone al año siguiente. No en vano, en nombre común "ponsetia" lo adoptó en honor a Poinsett, el primer embajador de Estados Unidos en México. Como le apasionaba la botánica, las envió para que las analizasen en Carolina del Sur. Supongo que Coca-cola hizo el resto. 
Y yo pongo árboles a juego con una nieve que he visto un par de veces, mientras me convenzo de que "this vagabond shoes are longing to stray".... Es que Frankie es intocable. 
Todos los años llega el instante en que te inunda el espíritu navideño. Inevitablemente. Quizás en diciembre de 2013 seamos jardineros experimentados que reaviven su ponsetia, en lugar de comprar otra.
En este sentido, os remito a mi amiga Hilda, coach y jardinera del alma. Me debe una foto en la calle, bajo un árbol cubierto de luces que no había ni advertido. A estas alturas!

2 comentarios:

  1. prometo adornar la casa antes del 24, pero este año a sido asi

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  2. Gracias por ese piropazo. Me encanta ser jardinera. Un honor.

    Hilda

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